Cuando la compañía J. Castro se arruina, Francisco Seix Zaya convence a su amigo, el abogado y empresario del sector metalúrgico Damià Mateu i Bisa, que a su vez era acreedor de Castro, para que se hiciera cargo de la industria. Damià Mateu también escuchó los razonamientos de Birkigt y se interesó por el futuro del automovilismo.
Como resultado de estas conversaciones iniciales aparece el 1 de abril de 1904 un estudio de viabilidad en el que se hace un análisis exhaustivo de los motivos por los que tanto de La Cuadra como Castro han fracasado en sus respectivos proyectos. Básicamente el estudio concluye que el principal problema de las anteriores empresas fue la falta de recursos financieros suficientes para hacer frente al desarrollo de prototipos y la compra de maquinaria apropiada.
Es así que el 14 de junio de 1904 se constituye una nueva sociedad, "La Hispano-Suiza, Fábrica de Automóviles, S. A.". Damián Mateu será el presidente, Francisco Seix vicepresidente y Marc Birkigt el director técnico.
El capital inicial de la empresa se cifra en 500.000 pesetas, de las cuales se emiten la mitad en 1904, y al año siguiente la mitad restante, quedando así 1000 acciones de 500 pesetas.
En las mismas instalaciones de J. Castro de la calle Floridablanca comenzaron los trabajos de la nueva compañía. En primer lugar, el trabajo se centró en concluir los últimos automóviles Castro que habían quedado pendientes. Así, a finales de 1904 se entregaron dos Castro de 10 CV y los dos primeros coches que se ponen a la venta con el nombre de Hispano-Suiza, ambos de 14 CV. Uno de estos Hispano-Suiza fue adquirido por un argentino a un precio de 14.000 pesetas de la época.
El Castro 14/16 CV fue la base del primer Hispano-Suiza, de 20 CV y 3.770 cc, que se pone a la venta en los primeros días de enero de 1905. Este modelo será el de más éxito de esta primera serie y con el que se iniciarán los triunfos en el mundo de la competición.
En agosto de 1905 Marc Birkigt viajó a Ginebra, acompañado por el agente comercial de la marca, Ernest Stofler, para cerrar un convenio por el que la "Société d'Automobiles à Génève" adquiría los derechos de fabricación de coches bajo licencia de Hispano-Suiza.
Gracias a su fiabilidad, calidad y prestancia, los automóviles Hispano-Suiza fueron pronto considerados como coches de lujo y símbolos de prestigio social. Además eran lo suficientemente rápidos como para hacerse un hueco en las incipientes carreras de coches y triunfar en múltiples competiciones.
Como era costumbre en la época, los fabricantes de automóviles de lujo entregaban únicamente el chasis y el motor y correspondía al cliente escoger al carrocero de su elección para que construyese la carrocería según sus gustos y especificaciones. Así fue cómo se abrió el camino para que los Hispano-Suiza tuviesen carrocerías diseñadas por los mejores carroceros de España y Europa.
Fuente: Wikipedia
Anuncio publicado en Los Deportes el 28 de Enero de 1905